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La
tradición nos habla de las flechas de Cupido para explicar la repentina
y en muchos casos irracional atracción que se establece entre dos
personas. En este caso se trata de una sintonización mutua,
lo que suele interpretarse como la compatibilidad entre las impresiones
emanadas por los dos.
Pero también
es indudable que algunas personas tienen un fuerte atractivo para casi
todas las demás. Un magnetismo personal que las hace irresistibles
y con frecuencia legendarias en un entorno más o menos amplio.
Es el llamado "sex-appeal", y suele identificarse con la atracción
sexual en cuanto a los mecanismos que lo disparan.
En ambos casos
la explicación fisiológica puede ser la misma, aunque el
"enamoramiento", como lo llamaban en generaciones pasadas, se produzca
sólo cuando cada uno encuentra su media naranja, independientemente
del nivel de atracción que sean capaces de producir individualmente.
Jose Gonzalez
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Suele diferenciarse
la atracción sexual, llamada "sex-appeal" en términos anglosajones,
de la posterior seducción o conquista, que responde a esquemas sociales
mucho más definidos. Por el contrario, la atracción
es pura biología, un flechazo instantáneo que no tiene aún
mucha explicación.
Algunas teorías
afirman la existencia de un código de señales energéticas
que se establecen mediante corrientes eléctricas entre los campos
electromagnéticos de las dos personas. Si estas señales
son identificadas como complementarias, los mensajes se interpretan de
forma positiva y producen un efecto de atracción mutua.
Otros expertos
defienden una mecánica hormonal como explicación para la
atracción sexual. Según ellos, la conexión se
realizaría por efecto de una secreción hormonal similar a
la que la mujer experimenta durante la ovulación y que tiene el
efecto de incrementar su deseo sexual.
Los detractores
de esta teoría la relacionan únicamente como un medio natural
para fomentar la reproducción, herencia de los mecanismos que en
los seres inferiores hacen coincidir en el celo, el momento de mayor capacidad
reproductiva de ambos sexos.
Sin embargo,
la teoría más extendida no se aleja mucho del paralelismo
con el comportamiento animal, ya que se basa en el olor corporal que, como
es bien sabido, juega un papel fundamental en el cortejo de casi todas
las especies animales.
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