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Algunas parejas funcionan como si fueran dos palomas atadas por una pata: suman cuatro alas pero no pueden volar. Hay que evitarlo. Estar enamorado no equivale a estar subordinado. Es mejor tener dos naranjas enteras que dos mitades y ser una pareja de verdad, que crezca y camine hacia adelante. Estar enamorado no significa ser un esclavo. "Nos complementamos de tal forma que no podríamos vivir uno sin el otro", "No puede vivir sin mí", "con lo que he hecho por ti", "te he dado mi vida y mira cómo me pagas", "sin ti no soy nada...". Frases como estas, habituales en muchas parejas, revelan distintos grados y formas de dependencia emocional. La llegada de una relación de amor es una auténtica bendición que el Universo nos envía para sanar, gozar y crecer, un acontecimiento no controlable por la razón o la voluntad, un milagro que sucede misteriosamente y nos regala la vida. Pero suele verse envenenada por el miedo a ser abandonados y sufrir. Uno de los problemas más agudos en el desarrollo de las parejas y las familias, en la cual se suelen repetir patrones y guiones que parecen escritos con anterioridad, o responden al modelo oficial de relación sentimental, es el de las dependencias emocionales. Esto se debe a varios factores, uno de ellos es la dependencia pura, la del enamorado que no es correspondido. Es el amor del adolescente que se apasiona y fascina, al proyectar en su objeto amoroso toda clase de fantasías y bonanzas, y también el que hay en una relación platónica o entre parejas desequilibradas. Esta relación unilateral, en la cual uno depende de otro que permanece indiferente, es fuente de sumisión y dolor.
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