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Panamá: Una herencia ferroviaria

Corría el año 1863. En el poblado de Aspinwal –hoy ciudad de Colón– hacía siete años que el caballo de hierro, el ferrocarril de Panamá, había logrado sortear con creces todas las dificultades a las que se había enfrentado, como la pérdida de miles de vidas obreras, los pantanos, las víboras y alimañas de las selvas panameñas, enfermedades como el cólera, la disentería, la tuberculosis, la fiebre amarilla y el paludismo, sin obviar cientos de mortales accidentes.

El proyecto que habían fraguado William Aspinwall, Henry Chauncy y John Lloyd Stephens, al que se sumó el tesón de George Totten, había salido airoso de la dura prueba y acortaba el camino entre las costas este y oeste de Estados Unidos.

La iglesia de Cristo por el Mar, ubicada en el paseo Washington, en Colón, es la más antigua en América Central bajo la regencia anglicana. 

Dado que su operación lo convirtió en una empresa altamente rentable, ya para ese año su boyante economía permitió que la empresa ofreciera una mejor calidad de vida a sus trabajadores en cuanto a vivienda, alimentación, recreación y espiritualidad, al punto de levantar un pintoresco templo: la iglesia de Cristo por el Mar.

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UN MAGNATE PIADOSO

La iglesia de Cristo por el Mar (Christ Church by the Sea), popularmente conocida como la iglesia de Piedra, se empezó a construir en 1863 con piedras oscuras traídas desde la cantera de Bohío Soldado, un caserío que surgió en la orilla oriental del río Chagres con la construcción del ferrocarril.  El diseño gótico victoriano se le debe al arquitecto James Renwick, yerno de Aspinwall, que tenía méritos como diseñador de iglesias en Estados Unidos.

Su erección fue iniciativa del magnate Aspinwall y la supervisión estuvo a cargo de la empresa Panama Railroad Company.  El templo fue consagrado el 15 de junio de 1865 por el obispo anglicano Alonso Potter, de Filadelfia, Pennsylvania. Se le designó iglesia de Cristo por el Mar debido a su proximidad a las aguas del Caribe.

Aunque las crónicas de esta iglesia se perdieron tras su consagración, se conoce que en 1883 cientos de trabajadores jamaicanos del canal francés, súbditos británicos, solicitaron al obispo de Jamaica que designara un rector para este templo, tarea que le fue encomendada al reverendo S. Kerr, nativo de Jamaica, egresado de una universidad inglesa y respetado por blancos y negros.

UNA IGLESIA CAUTIVA

Sin embargo, el destino de este templo no sería muy afortunado en esa turbulenta época en que el istmo de Panamá era parte de la Nueva Granada y las confrontaciones entre conservadores y liberales eran el pan cotidiano.  El 31 de marzo de 1885 se desató un alzamiento en la ciudad de Colón.  Se acusó a los seguidores del general Pedro Prestán como los responsables del incendio de la ciudad de Colón, lo que el dirigente liberal negó hasta el último momento en el cadalso, ese 18 de agosto.

A raíz de ello, la iglesia fue utilizada para albergar a cientos de damnificados del fuego, y luego las tropas colombianas la ocuparon para usarla como cuartel durante seis meses. Kerr y sus subalternos no tuvieron otro camino que volver a su natal Kingston, pero él retornaría más tarde para servir en el istmo hasta 1889.  El templo fue rescatado y reconsagrado en octubre de 1885.

147 AÑOS VENERADA POR LAS OLAS

El templo anglicano más antiguo de Centroamérica se encuentra en la ciudad de Colón. Es la iglesia episcopal de Cristo por el Mar, mejor conocida como la iglesia de Piedra.  El pasado 15 de junio cumplió 147 años.  Su regia fachada gótica ha sido testigo de eventos importantes de la historia de la nación panameña, sobre todo de la provincia de Colón.  Sin embargo, el paso del tiempo ha estropeado su estructura y por ello, hace ya dos años, los servicios religiosos deben celebrarse en una sala de reuniones cercana.

Desde hace casi 10 años se ha estado planificando su restauración, pues es parte de la lista de monumentos históricos nacionales, según la Ley 28 de 1980.  Los trabajos se adelantan desde hace dos años a un costo de más de $2 millones aportados por la Zona Libre de Colón.  Se espera que en un máximo de seis meses se concluyan.


Fuente: prensa.com